MADRID, 31 (EUROPA PRESS)
En 2020 un estudio de la revista 'Nutrients', elaborado por la Universidad de Barcelona, ponía de manifiesto que la irregularidad en los horarios de las comidas los fines de semana o 'eating jet lag', como así llamaron a este 'desfase horario' los autores, podría favorecer un mayor índice de masa corporal (IMC).
En Europa Press Infosalus entrevistamos a la principal investigadora del estudio y firmante del mismo, María Fernanda Zerón-Rugerio, que es miembro del Grupo de Nutrición de Precisión y Crononutrición, del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria (INSA-UB) de la Universidad de Barcelona (UB). Nos revela que el 'eating jet lag' es un concepto que sale de la diferencia de horarios que hay entre la semana y los fines de semana: "Haciendo historia en el ámbito de la cronobiología, hace casi 10 años se empezó a estudiar el 'social jet lag', una analogía entre el 'jet lag' que hay entre los horarios que mantenemos a lo largo de la semana y los fines de semana. Entre semana estamos muy marcados por los horarios del trabajo o la escuela de los niños, y los fines de semana tenemos una mayor libertad para montarnos la vida como queremos. Esto hace que entre semana estemos cortos de sueño y el fin de semana aprovechemos para dormir más, para recuperar el sueño perdido durante la semana". Esto llevó a los investigadores, principalmente al catedrático emérito de la Universidad de Munich Till Roenneberg, a estudiar este fenómeno del 'social jet lag', según cuenta esta experta y dietista-nutricionista de la UB.
Mientras, en la Universidad de Barcelona, empezaron a estudiar el impacto del 'social jet lag' sobre los hábitos de alimentación de los jóvenes universitarios, y a partir de ahí les surgió una pregunta, según revela: "Si te despiertas más tarde comes también más tarde, ya que sabemos que comer tarde tiene un impacto también. Con este conocimiento de base estudiamos este 'eating jet lag', y si se retrasan las horas de la comida saber cuál es el impacto que puede tener sobre la obesidad".
EL HORARIO DE COMIDAS MARCA NUESTRO RELOJ CIRCADIANO
¿Por qué centrarse en el estudio de los horarios de las comidas? Señala Fernanda Zerón-Rugerio que la investigación apunta a la importancia de los horarios de comidas dado que, en cierta manera, son los que ponen el modo día a los relojes periféricos del hígado y del tejido adiposo.
"Todos tenemos un reloj biológico, en el hipotálamo, que es el que controla todas nuestras funciones y les dice a nuestros órganos y tejidos, a nuestro organismo, en definitiva, si es de día o de noche; y este reloj va sincronizado con los ciclos de luz y de oscuridad, y así todos los órganos se preparan para comer o hacer actividad física, por ejemplo", añade esta investigadora. Según prosigue, ahora se sabe que estas horas de la comida también le dicen al hígado que debe gestionar energía y nutrientes, y de ahí la importancia de horarios de comidas.
EL DESAYUNO, LA COMIDA MÁS IMPORTANTE A NIVEL CRONOBIOLÓGICO
Con ello, destaca esta investigadora de la UB que se ha comprobado que el desayuno es la comida más importante del día a nivel cronobiológico porque es la primera y la que pone en marcha todo: "A nivel de cronobiología, el desayuno es muy importante porque es la primera comida, es la que sincroniza al hígado y al tejido adiposo, y les avisa de que ha empezado el día. Por eso diseñamos una serie de marcadores, y se vio que cuanto más cambiamos los horarios de comer entre la semana y los fines de semana hay un mayor impacto en el IMC; un impacto que, además, se vio que era independiente del 'social jet lag'", agrega.
Tanto nuestra investigación como otras en el ámbito de la crononutrición señalan la importancia de la regularidad a la hora de las comidas: "En el fondo, si nosotros comemos, el organismo tiene que hacer algo con la comida, gestionar esa energía, y esos nutrientes. Es como parte de una adaptación y de un control de la homeostasis en el cuerpo. También se ha visto que el 'eating jet lag' no sólo afecta al IMC, sino también a otros marcadores de obesidad, como una mayor circunferencia de cintura".
Tal y como explica Fernanda Zerón-Rugerio, cuando tenemos esta irregularidad o desfase de horarios de comer le damos alimento a nuestro cuerpo a una hora que él no la espera, y esto genera hasta cierto punto un conflicto o problema para gestionar los nutrientes en general, y sobre todo la glucosa.
"Por eso el comer a horarios irregulares o cenar tarde se ha relacionado con problemas de resistencia de insulina, entre otros, y esto, a la larga, es como si se fuera sumando, y estas pequeñas resistencias a la insulina se convierten en un problema crónico, y todo nutriente que el cuerpo tiene en exceso y no puede gestionar se va al tejido adiposo, y como que a la larga esto tiene impacto sobre el IMC", agrega.
CONSEJOS PARA EL DÍA A DÍA
Con ello, esta dietista-nutricionista subraya que no hay que seguir un horario estricto de comidas, más o menos sí que darnos un margen de una hora de flexibilidad horaria, pero sí ve importante mantener esta regularidad en las rutinas, tanto de comer como de dormir. "Evidentemente, tener unos horarios que sean más o menos regulares es importante porque precisamente el dormir poco entre semana, y mucho los fines de semana, nos lleva a un desorden y a un caos en general", agrega.
Normalmente, se recomienda, según prosigue, desayunar a la hora de despertarse, el comer antes de las tres de la tarde, y como mínimo cenar dos horas antes de irnos a dormir; y todo en conjunto con una adherencia a una dieta mediterránea y mantenerse físicamente activos, subraya la investigadora del Grupo de Nutrición de Precisión y Crononutrición del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria (INSA-UB).